Son las tres, tengo hambre, me rindo ante
la clara realidad: no va a cesar de llover. Me visto lo más adecuadamente
posible, un grueso suéter de capucha y mis zapatos deportivos son mis aliados.
Salgo a la calle, acompañada del chispeo habitual en la época, y mis
pensamientos quejumbrosos se centran en el fastidio particular que me produce
que se mojen mis pies. Veo mis zapatos, no están a la moda pero como son
cómodos, y están relativamente nuevos, mi única queja son los huequitos que
airean al zapato: en definitiva, no son botas de lluvia.
Sigo caminando, acelerando el paso y veo a
mi alrededor la riqueza y la pobreza en su mejor contraste: gente esforzándose
en sacar el agua, que ha caído a cascadas, de su casa; algunos tienen aparcado
un carro, esos asiáticos o incluso un americano, o tienen unos zapatos de
colores brillantes como los que usan todos: a esos no se les mojan los pies,
pero sí la cabeza.
No me detengo, ese contraste no me causa
impresión, a pesar de que claramente es cosa del tercermundismo; yo soy
tercermundista y a mí eso no me asusta.
Llego a mi destino para darme cuenta de que
está cerrado: no podían con el agua, así que se fueron.
Empieza la temporada de la abundancia, esa
que hace caer las recientes flores de colores brillantes a punta de agua. Como
todas las temporadas, diciéndolo como si acá fueran más de dos, tiene sus
puntos positivos y sus puntos negativos. El clima lluvioso tiene sus ventajas
para los enamorados, los depresivos y aquellas personas que, como yo, disfrutan
el usar ropa calurosa que tienen guardada hasta que empieza a llover. En
cambio, no puedes disfrutar de la piscina ni la playa, se te va la señal de
satélite o cable, tienes altibajos en tu internet, tienes esperar más tiempo en
una cola; a algunos se les caen sus débiles hogares, otros pierden su vida
tratando de salvar a los anteriores mencionados… Y algunos estamos demasiado
ocupados quejándonos de que se mojan nuestros pies.
Digamos que la temporada de lluvia fuese
mejor si nos preocupásemos por hacer de ella una temporada feliz.
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