miércoles, 8 de mayo de 2013

Temporada de lluvia


Son las tres, tengo hambre, me rindo ante la clara realidad: no va a cesar de llover. Me visto lo más adecuadamente posible, un grueso suéter de capucha y mis zapatos deportivos son mis aliados. Salgo a la calle, acompañada del chispeo habitual en la época, y mis pensamientos quejumbrosos se centran en el fastidio particular que me produce que se mojen mis pies. Veo mis zapatos, no están a la moda pero como son cómodos, y están relativamente nuevos, mi única queja son los huequitos que airean al zapato: en definitiva, no son botas de lluvia.

Sigo caminando, acelerando el paso y veo a mi alrededor la riqueza y la pobreza en su mejor contraste: gente esforzándose en sacar el agua, que ha caído a cascadas, de su casa; algunos tienen aparcado un carro, esos asiáticos o incluso un americano, o tienen unos zapatos de colores brillantes como los que usan todos: a esos no se les mojan los pies, pero sí la cabeza.

No me detengo, ese contraste no me causa impresión, a pesar de que claramente es cosa del tercermundismo; yo soy tercermundista y a mí eso no me asusta.

Llego a mi destino para darme cuenta de que está cerrado: no podían con el agua, así que se fueron.

Empieza la temporada de la abundancia, esa que hace caer las recientes flores de colores brillantes a punta de agua. Como todas las temporadas, diciéndolo como si acá fueran más de dos, tiene sus puntos positivos y sus puntos negativos. El clima lluvioso tiene sus ventajas para los enamorados, los depresivos y aquellas personas que, como yo, disfrutan el usar ropa calurosa que tienen guardada hasta que empieza a llover. En cambio, no puedes disfrutar de la piscina ni la playa, se te va la señal de satélite o cable, tienes altibajos en tu internet, tienes esperar más tiempo en una cola; a algunos se les caen sus débiles hogares, otros pierden su vida tratando de salvar a los anteriores mencionados… Y algunos estamos demasiado ocupados quejándonos de que se mojan nuestros pies.

Digamos que la temporada de lluvia fuese mejor si nos preocupásemos por hacer de ella una temporada feliz.