La Real Academia de la lengua Española define a un maestro
como a una persona que tiene la capacidad, o el título, para enseñar alguna
profesión, curso o materia. Con esto rompo el complejo de que un maestro es
menos que un profesor, y empiezo mi escrito con una felicitación atrasada.
¿Qué es, para mí, un maestro?
Pues, para mí, un maestro es esa persona maravillosa que se
dedica a enseñar con el corazón al futuro del mundo; esa persona que imparte
sus conocimientos y les abre nuevos caminos a sus estudiantes.
Para mí, un maestro es esa persona que tiene como vocación
de vida educar a un chico para ser grande, aun cuando esa persona le olvide en
su grandioso porvenir.
Un maestro es quien sacrifica su propio crédito para que
otras personas hagan cosas diferentes y maravillosas; es quien nos ayuda a ser
mejores, nos enseña un segundo hogar y desarrolla en nosotros una capacidad
para hacer que nuestros sueños se conviertan, con trabajo y esfuerzo, en la
realidad que deseamos.
Es también, aquella persona que nos ayuda a desarrollar
nuestro potencial y que, a su vez, nos enseña el camino para que a lo largo de
nuestra vida lo sigamos haciendo.
Como ven, para mí, los maestros son personas maravillosas de
enormes corazones; personas que se someten al maltrato de quien no aprecia su
trabajo y, algunas veces, al desdén de una sociedad que muchas veces les
considera inferiores a otros profesionales, olvidando que todas las grandes
personas para llegar a donde llegaron pasaron por las manos de un educador con
vocación.
Por eso, quiero desearles a todos los maestros del mundo,
esos que son maestros de verdad, un feliz día; porque a pesar de que hoy no es
el día del maestro, ellos no dedican un día al año a su profesión sino que
dedican su vida entera.
¡Que vivan los maestros!